Viernes por la mañana, verano, tengo clase de violín.
Estoy despeinada, sin maquillar y con cara de muerta, toda una belleza para el que la sepa apreciar.
Tengo sueño y ganas de estar en mi camita acurrucada entre las sábanas con la brisa que entra por la ventana acariciándome el rostro.
Mi profesor llega tarde, pero va a llegar.
Ojalá fuera sábado.
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